viernes, 1 de octubre de 2010

La Niñez, que algunos vivimos...

Hoy, puede que cuente una historia breve, pero agradable, empecemos:

Cuentan que por esos años, la señorita Angelita, daba a luz a un pequeño niño,
en medio de la pobreza y las malas curaciones, la comadrona no sabía que hacer,
Tanto era su empeño, por dejarla morir, corto y corto, pero todo lo dejo adentro,
un pequeño llanto, de un niño nuevo, la pequeña madre que ahora miraba su vida esfumarse,
sostuvo el aliento y lo dejo ir, de sus brazos-preguntaron al padre- ¿Que haremos con ella?
Dejenla, ya se aliviara, contesto él, sin avisar a la familia, esa señorita de mirada temblorosa, murió
hace 23 años y 7 meses, entre placentas y llantos de corazón, entre la dicha de ser madre y el arrebato de su alma.

Él padre, no sabiendo que hacer, creyó en consejos de extraños y dio a otras manos al retoño,
La abuela no quería ir a traerlo, pasaron los días y la buena tía Amalia, le decia - ¡Vamos a traer al niño!
A lo que ella contestaba - ¿Para qué?
Un día Amalia enfureció y dijo -No dejaré que viva en manos de otras personas, voy a traerlo-
la abuela contesto -Esta bien, es momento de ir-

El niño creció con los problemas de esos años y el bajo presupuesto en sueños,
pero aún así feliz, bella etapa para crecer,
llego un día, el día de pasar a 1ero Básico, y a este le enseñaron su carta de nacimiento,
sus ojos no podía creer, los nombres de sus padres no eran los mismos y en la misma, el fallecimiento de su madre se anunciaba, junto al nombre de un Padre al cuál extrañaba.

Llego a casa, pidiendo explicaciones a tía Celia...
Ella asintió y dijo, tu mamá esta allá, no la miras?
señalando a la abuela, pero las preguntas eran tantas, que un buen día dijieron -¡No las hagas más!

Las dudas se asomaban cada vez más a su cara,
y un buen día, llego el momento de conocer a Papá,
junto a él su prima, acompañándolo al "Beneficio del Café"
para ver a un padre, para solamente verlo, no importaba que se hubiera marchado hace años,
él salió, busco entre sus bolsillo y encontró unas monedas, simples monedas,
vacías monedas en las mano y la mirada hacia su rostro, casi quebrada,
compraremos un helado de naranja con centro de crema, un helado de naranja con estas monedas, la dicha de verte y el daño de tu odio.

Han pasado los años y como a un desván en que se guardan las cosas del ayer, se encasillo el odio
hacia él, tantos años, tantas risas que no has visto padre, tantas risas.

Feliz día del niño.

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