domingo, 17 de abril de 2011

Oh Diosss!

Es el fin de los tiempos,
Arrancaremos nuestros labios,
Descansaremos en paz,
Por miles de años.

Subiremos un peldaño y caeremos tres,
Escucharemos su anima adolorida,
confesandote en tu nunca,
Toda la suerte.

Tu luna se desvanecerá entre sus nubes,
Inciertas quedaran las luces,
Como mágicas luciérnagas,
En medio de cruces.

Atrapada estas en el pentagrama estelar,
Que ruega almas y purga heridas,
Con sus sabias canas.
Que de pronto son pesadillas,
Del cosmos de dios,
Ahorcado en la orilla,
De tu habitación.-

Valvulopatías...

Inocente, voy hacia el baño a dormir,
Vuelvo o no vuelvo?
Todo podría esconderse,
en este pequeño lado blanco,
quemar el polvo, con los ojos.


Miradas sin vergüenzas,
en estado alegico,
encontré varias cajas de zapatos, pero ninguno me quedo.
Fumar unas cuantas horas y luego salir, ver, dormir? Ayer!
La gente que paso conociendo y olvidando,
se funde en siglos, podría decir que te amo y que tu me amas a mi, bien lo podría decir.

Sniff, sniff el viejo reloj, sniff jarabe para la tos,
conducido por un perro a las fuentes del dolor,
callare en el resplandor,
por fin la hora llego.

Un poco de té, podrá calmar el corazón
Y todo lo que ves, es lo que puedo ser...

Milagros!

La combustión de mi cerebro,
Derrama caos inútil,
En la atmósfera que desaparece Al tocar las puertas...

Se incendian mis ojos,
El dulce dolor me los quito,
En un arranque de pasión Con ternura devoro.

Latido; amarillo no es el sol,
Debajo del espejo esta,
Escondido para siempre.

Es la misma muerte,
Que trasciende la frontera junto a mi,
Mi mente no esta ahí,
Si la buscas detrás de ti.

Figuración

Los saltamontes tienen pequeños ojos,
no les preocupan los cielos rojos,
Ni los sueños rotos. Cantan en olas de dolor sin sentirlo,
sin sentir que se están muriendo.


Los Milagros sucumben en pequeños espacios,
fotos tomadas a contraluz de la infancia,
encienden las chispas del recuerdo,
te hacen doler la cabeza gran sapo.

Cuento corto: Senectud punzante.

Ya no debo escuchar las voces que patean mis oídos y rasguñan con fuerza, en un solo nombre; las nubes Rojas tapan todo y nos inducen al sueño; de reír o llorar, porque los instantes se pegan en la atmósfera de los bostezos, como un viejo errante:

hermitaño de vocación, se enamoro de una Rosa, jugaron al escondite en su primera cita; a él le toco contar debajo del duraznal amargo, solo la risa retumba con un eco tan melancólico, dulce y penoso entre dientes de lo que calla el viento, su risa, cada vez mas distante y entrecortada figuración de calamidad tras calamidad, marchita la encontró, plasmada en un rayo, no supo llorar, porque él siempre fue un viejo solitario, eso pensaban los latidos de su corazón, sin embargo la primera invitación al invierno cayo en su nariz, una cristalina gota de lluvia que no uso muy bien el paracaídas, suplanto lo que seria lagrima por algo mas puro, solo un lagrimal encontró por fin la paz y el otro se cicatrizo en recuerdo a un viejo dolor.