domingo, 17 de octubre de 2010

Sophia.

Es acaso el nombre de la lluvia, que delata en cada instante de fulgor solar, toda su tristeza?
O es esa cara blanca, poco traviesa y de ojos abiertos, que me levantan cada mañana y puedo ver aún hacia el cielo claro de octubre, cubriendo con sus pequeñas manos los ojos y llevándome a mundos que no puedo ver, estando solo, solo

Nube blanca, mi pequeña amada, no corras de mis manos, no huyas de mis pasos, despiertame en las mañanas, jalando mi cabello, rie en mi frente y enciende mi corazón, te dire que te amo y tu sonrisa se llenara de mis besos, nos detendremos a oler el viento, sin tener que caminar rápido.

Pero tu un día diras adiós, besaras mi frente, lavaras mis platos sucios,
dejaras una rosa cada día en mi cama, no jalaras más mi cabello,
no pintare besos en tus mejillas, ni te escribire un poema todos los días,
caminaremos un poco más rápido y en la carrera me dejaras a un lado,
para que pueda quedarme con el pasado y junto a él, verte correr por los campos.

El último día mirare en el fondo de tus ojos,
y escribire en ellos, con cada palabra, cuánto te amo,
los cubriras, para evitar que te vea llorar,
podre reir en este final, más que inevitable, podre llorar de felicidad,
este es el único día que mi corazón reiría de felicidad, tu voz...
Reproduciendoce en miles de cuentos, ayudándome a dormir, para siempre.

Es que eres tú, sophia, la pequeña niña, la grande niña,
que juega aún con el mundo en sus manos,
no articulas bien palabras, pero sabes como amar,
y en el mar, se van todas nuestras grandes historias,
navegando hacia el más allá.

Oh mi dulce consuelo, como añoro no estar bajo el suelo, regalarte mi vida y así sellar para siempre, todos nuestros días.


Para Sophia Abigail, el amor de mi vida.

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