domingo, 17 de abril de 2011

Cuento corto: Senectud punzante.

Ya no debo escuchar las voces que patean mis oídos y rasguñan con fuerza, en un solo nombre; las nubes Rojas tapan todo y nos inducen al sueño; de reír o llorar, porque los instantes se pegan en la atmósfera de los bostezos, como un viejo errante:

hermitaño de vocación, se enamoro de una Rosa, jugaron al escondite en su primera cita; a él le toco contar debajo del duraznal amargo, solo la risa retumba con un eco tan melancólico, dulce y penoso entre dientes de lo que calla el viento, su risa, cada vez mas distante y entrecortada figuración de calamidad tras calamidad, marchita la encontró, plasmada en un rayo, no supo llorar, porque él siempre fue un viejo solitario, eso pensaban los latidos de su corazón, sin embargo la primera invitación al invierno cayo en su nariz, una cristalina gota de lluvia que no uso muy bien el paracaídas, suplanto lo que seria lagrima por algo mas puro, solo un lagrimal encontró por fin la paz y el otro se cicatrizo en recuerdo a un viejo dolor.

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